Es urgente predicar el evangelio.
La predicación
del evangelio es una necesidad que se nos ha impuesto (cf. 1 Corintios 9:16). Esta
necedad radica en el hecho de que, el acto de anunciar el evangelio, es un
hecho que tiene que ver con nuestra salvación, y con la salvación de otros.
Cuando no predicamos el evangelio, estamos poniendo peligrosamente en riesgo
nuestras almas. Pablo dijo, “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”
Estas palabras evocan un gran peligro. Un gran riesgo. Si no estamos predicando
el evangelio, ponemos en riesgo la salvación propia de nuestras almas.
La predicación
del evangelio no solamente es una actividad en la que está en riesgo nuestra propia
salvación, sino la salvación de cientos de almas que no conocen el evangelio.
Pablo dijo, “¿Cómo,
pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14). Mis amados
hermanos, ¿cómo esperan que nuestros vecinos invoquen a Dios para su salvación,
creyendo en él, si usted no les predica? Toda vecindad, toda calle, toda cuadra,
toda colonia, toda ciudad en donde vivan cristianos, tienen quién les predique.
Muchas de nuestras ciudades y colonias, tienen quien les predique; pero, no
todos están predicando. Muchas almas están pasando a la eternidad sin Dios,
porque muchas personas son las que están muriendo por causa del crimen, por
causa de las muchas enfermedades que azotan al mundo entero. Es cierto que su
perdición es por causa de sus pecados (cf. Romanos 6:23); pero también es
cierto que condición fue tal hasta el día de su muerte, porque fuimos
negligentes en la predicación del evangelio.
Otra razón por
la cual es urgente que prediquemos el evangelio, es por la corriente que el
mundo está tomando, la cual es cada vez más perversa que antes. El mundo va de
mal en peor, de tal suerte que las diversas ideologías sobre el origen del
hombre, o sobre su naturaleza, o sobre lo que es, siendo que cada vez más está
muy lejos de la Palabra de Dios, da como resultado vidas que no valen absolutamente
nada. Las ideologías que hay en el mundo, hace que las personas se vean como
objetos, como animales, o como guías infalibles de sus propios caminos, cuando no
lo son (cf. Proverbios 14:12).
Todo lo
anterior resulta que nuestros barrios estén cada vez más llenos de maldad,
violencia y toda clase de inmoralidad. Borracheras, impurezas, drogas y asesinatos
sumamente viles acrecientan día con día, precisamente porque las personas no
conocen la voluntad de Dios para sus vidas.
Permítanme ilustrar
todo eso con algo que está sonando mucho, debido a una serie que todo mundo
está comentando. Es sobre la vida del asesino serial, Jeffrey Dahmer. Este individuo
se hizo famoso por los horribles crímenes que cometió. Hizo cosas espantosas y sumamente
desagradables. Un completo depredador. Mientras vivía en ese tenebroso mundo,
lleno de dolor y rabia, dijo, “siempre creí que la teoría de la evolución
era verdadera… cuando morimos, eso es todo, no hay nada más”. Sin embargo,
luego de haber recibido quince cadenas perpetuas por causa de sus crímenes, se
puso a estudiar la Biblia, para luego decir, “Me siento muy, muy mal por los
crímenes que he cometido… De hecho, creo que el estado debería haberme
ejecutado por lo que hice”. Fue Curt Booth, miembro de la iglesia de Cristo
Crescent en Oklahoma quien le envió un curso bíblico por correspondencia donde se
le enseñó acerca del plan de salvación, curso que Dahmer terminó
satisfactoriamente, y pidió ser bautizado para el perdón de sus pecados. Booth
contactó a Roy Ratcliff, predicador de la iglesia de Cristo de Madison, en
Wisconsin. Ratcliff organizó lecciones bíblicas semanales con Dahmer y lo
bautizó el 10 de mayo de 1994. Y aunque Dahmer fue asesinado allí en prisión, no
deja de ser maravilloso el resultado que el evangelio produce en el corazón de
los hombres, por muy perversos y malvados que sean. Sin embargo, la cuestión es esta, ¿qué hubiese
sido de ese joven, si las iglesias hubiesen llevado a cabo un programa de
evangelismo constante? Tal vez, con nuestra predicación, estemos evitando que
otro joven se convierta en un asesino, o que niños sean asesinados con el
aborto, o que muchos luego sufran terribles condenas por accidentes provocados
por el alcohol y las drogas. Estaremos evitando muchos y grandes sufrimientos
en el futuro y en nuestro entorno.
Como vemos, mis amados hermanos, es urgente que
prediquemos el evangelio, es urgente que llevemos la luz a los perdidos, es
urgente que más y más seamos quienes compartamos el evangelio con quienes
siguen en las tinieblas.
Lorenzo Luévano Salas.
Evangelista.
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