El que cuida el aceite (1 Crónicas 27:25-34)

Introducción: Lo que tenemos en estos versículos es una lista de los oficiales que sirvieron en la corte de David junto con los deberes que cada uno llevó a cabo. Debe haber sido un gran honor ser elegido por el rey para un lugar de servicio. Imagínese si el presidente lo llamara para cumplir algún cargo en su administración.   La mayoría de la gente lo consideraría un gran honor.

Pero, ¿alguna vez has considerado que el Señor escoge hombres y mujeres para servirle?   De hecho, Él le ha dado a cada creyente un lugar de servicio en el cuerpo de Cristo (Efesios 2:10; 1 Corintios 12:7, 11). ¡Qué bendición ser usado por el Señor! Es una bendición incomparable ser elegido, dotado y usado por el Señor.

Esta lista de funcionarios del reino de David puede enseñarnos algunas lecciones acerca de servir al Señor.

Cada persona tenía un lugar de servicio especial. Dios elige lo que hacemos, dónde lo hacemos y en qué medida se hace. ¡Nadie más puede hacer el trabajo para el que has sido especialmente diseñado!

Cada persona fue llamada por su nombre. Dios conoce a cada uno de ustedes por su nombre, Él cuida y se mantiene al día con los suyos (Mateo 10:29-31).

Cada persona servía en diferentes capacidades. Dios nos concede la oportunidad de servir según nuestras capacidades. Donde sea que estemos sirviendo, debemos crecer en esa noble obra.

Cada persona fue colocada por el Rey. Cualquier lugar donde estoy sirviendo, es un lugar especial. Ninguno es de menor importancia que el otro. Él sabe lo que es mejor y necesario para su reino, por lo que cada área de servicio es importante (cf. Efesios 4:16).

Podríamos pasar tiempo hablando de cada uno de estos deberes asignados en nuestro texto del libro de Crónicas, pero quiero concentrarme en el versículo 28. Quiero que miremos al hombre llamado Joás, quien era el guardián de las bodegas de aceite. Aquí hay un hombre que estaba en un lugar de servicio especial para el rey. Sin embargo, su trabajo no era llamativo, ni llamaba mucho la atención. Sirvió a su rey, pero lo hizo en un sótano oscuro, húmedo y desierto. Echemos un vistazo a Joás y el trabajo que se le pidió que cumpliera. Quiero considerar a este hombre y quiero ver la bodega como un lugar de servicio.

Quizás se pregunten qué podemos aprender usted y yo de un pasaje como este. Bueno, podemos aprender mucho sobre la fidelidad al Señor en nuestro servicio. Joás representa gran parte de los santos. Como Joás, muchos cristianos sirven al Señor en la oscuridad. Sin embargo, el servicio que brindan es absolutamente esencial en la vida de la iglesia. Meditemos, entonces en nuestro tema, “El que cuida el aceite”.

TIENE DEBERES ESPECÍFICOS.

Guarda y custodia el aceite. El aceite era muy importante en la sociedad judía. Tenía, por ejemplo, usos religiosos (cf. Levítico 2:1; 7:1, 14), como combustible para lámparas (Éxodo 27:20), como medio de comercio (1 Reyes 5:11), como medicina (Lucas 10:34), en cosméticos, en alimentos. El aceite era muy importante.

El aceite también es un símbolo. ¡Representa al Espíritu Santo! ¡Necesitamos algunos santos de Dios que sean guardianes del aceite en nuestros días! Necesitamos a alguien que mantenga viva la predicación, la oración, la alabanza al Señor y la santidad personal a la antigua en nuestros días. En ese día, el guardián del aceite literalmente mantuvo las luces encendidas en Israel. ¡Los guardianes del aceite en la iglesia de hoy mantienen las luces encendidas en la casa de Dios! (cf. Efesios 5:18; Gálatas 5:22-25; Hechos 1:18).

Permanecer en el sótano. ¡Debe haber sido difícil permanecer en el sótano! Humanamente hablando, eso no representa comodidad o satisfacción. Mis hermanos, si queremos vivir una vida que agrade al Señor, debemos ser fieles para mantener nuestra posición como siervos suyos (cf. 1 Corintios 4:2). Si queremos estar siempre dentro de la voluntad del Señor, entonces debemos continuar fieles en su camino y su obra. Debemos permanecer, debemos perseverar, aunque eso implique, humanamente hablando, cierta incomodidad o insatisfacción carnal.

Estar atento a los intrusos. Debía vigilar el aceite y asegurarse de que no fuese robado. ¡Necesitamos vigilantes en nuestros días! Necesitamos algunas personas que estén bien despiertas, asegurándose de que el aceite del Espíritu no sea robado por los ladrones de la complacencia, la apatía, la mundanalidad o la popularidad mundana. ¡Necesitamos algunos con ese mismo tipo de compromiso hoy! (cf. 1 Corintios 16:13; Romanos 16:17; 2 Tesalonicenses 3:14). ¿Permitiremos que nuestro aceite sea robado? (cf. Apocalipsis 3:1-2). Lo más fácil para un cristiano es sentirse solo y desanimado. Nuestro alrededor puede parecer un sótano frío y oscuro, pues hay mucha maldad, indiferencia y pecado (1 Pedro 5:8). Seamos sobrios, y velemos.

TIENE CIERTAS DESVENTAJAS.

Pasar desapercibido. Este era un trabajo ingrato. Mientras que otros eran vistos en el desempeño de sus obligaciones, al mismo tiempo eran galardonados o recibían reconocimiento público, no era así para el guardián del aceite. Sin embargo, él no lo hacía por reconocimiento público, sino por el rey. Y eso nos enseña a nosotros que, lo que hacemos como cristianos, lo hacemos por el rey. Nuestro rey ve cada esfuerzo y sacrificio (cf. Proverbios 15:3; Apocalipsis 22:12).

Era incómodo. El sótano, un lugar oscuro, húmedo y desierto. Mis hermanos, no todas las designaciones de Dios son agradables. A veces su llamado es a humillarnos. A veces su llamado es a tolerar. A veces su llamado es a sacrificarnos. A veces su llamado es a perdonar. A veces su llamado es a sufrir. A veces su llamado es a obedecer, y obedecer no es fácil. Vean a Pablo, quien padeció azotes, naufragios, desvelos, hambres y finalmente la muerte. O vean a Esteban, quien murió de una manera dolorosa y terrible por testificar. ¿Cuál es nuestro deber? Jesús dijo, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). El ser cristianos no es una vida de fiesta y sonrisas todo el tiempo. Eso también incluye sacrificio, dolor y hasta tristeza.

Fue solitario. Y una cosa que he aprendido en mis años de fe, es que a veces la obra del Señor es una obra solitaria, donde seremos incomprendidos, o malinterpretados. Sin embargo, también es cierto que de vez en cuando el rey viene a visitarnos, rompiendo el azote implacable de la soledad. Esto me recuerda la lealtad de Mefi-boset. Cuando el rey David quiso cumplir su palabra a Jonatán, de mostrarle misericordia, buscó a sus descendientes, y encontró al lisiado Mefi-boset, y cuando le hizo venir para entregarle todas las tierras y posesiones de Saúl y Jonatán, Mefi-boset, dijo, “¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” (2 Samuel 9:8). Esto revela el sentir que en Mefi-boset había de sí mismo. Su condición no era nada favorable. Sin embargo, cuando sufrió la injusticia de que sus tierras fueran divididas, aun así, mostró su lealtad al rey, diciendo: “Deja que él (Siba) las tome todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa” (2 Samuel 19:30) Lo importante para él, es que el rey ha vuelto en paz a su casa. Mis hermanos, lo más importante, lo que vale realmente la pena, es cuando el rey viene de visita. Vean lo que nos dirá si, a pesar de todo, nos mantenemos firmes: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). Esto es lo más importante, aun por encima de nuestros sentimientos mientras estamos en este mundo.

No fue apreciado. Joás servía al rey y pasaba desapercibido. Tal vez algunos se burlaron de la posición y el trabajo que le tocó hacer. Pero, aun así, ¡él sirve al rey! Eso es lo que debemos hacer, aunque no seamos apreciados por hacerlo (cf. Mateo 10:38)

LAS EXIGENCIAS DE SU TRABAJO

Quedarse hasta que el Rey lo llame. Y así, nosotros debemos permanecer en él hasta que nos llame. Tarde o temprano nos llamará, y debemos estar listos, y en el lugar donde él nos ha puesto. Debemos ser fieles, “hasta la muerte”. Es lamentable que algunos sean fieles “hasta” que les va mal, o algo no va como quieren. Eso no debe ser así, pues la meta es hasta la muerte.

No debía ausentarse de su lugar. Al ser siervos del Señor, estamos realizando la obra más grande del mundo. Si nos apartamos por cualquier otra razón, es degradarnos en gran manera. Cuando alguien o algo le llame a ausentarse del camino del Señor, repita las mismas palabras que Nehemías dijo Sanbalat y Gesem: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros” (Nehemías 6:3).

Una persona especial es la que se queda quieta y sirve al Señor, incluso cuando hay acoso, dificultad, fatiga y pase desapercibido. ¡Se necesita una persona que se preocupe más por el Señor que por sí misma! ¡Se necesita una persona que esté llena del Espíritu y guiada por el Espíritu! 

Obedecer al Rey. ¡Él es el único al que debemos tratar de complacer! ¡Guarde el aceite y todo estará bien! Dios quiere su obediencia (1 Samuel 15:22)      

CONCLUSIÓN: ¿Está usted cuidando el aceite? ¿Estás cumpliendo fielmente con sus deberes ante el Señor? Hay un par de hechos que necesitamos escuchar acerca de este tipo de siervo.

Ser humildes. Está dispuesto a hacer cualquier cosa que el rey le pida. ¿Recuerde que el mismo rey David estaba dispuesto a no ser más que un portero? (cf. Salmo 84:10). ¡Esa es la actitud de un siervo!

Ser útiles, buscando glorificar a Dios, sirviendo a nuestro prójimo.

Tener esperanza. Seremos recompensados por nuestra fidelidad al rey. Qué importa si otros ven lo que hacemos o no. Qué importa si no ven o no. Lo que importa es servir al rey como se debe. Lo que importa es nuestra lealtad al rey.

¿Está guardando el aceite?

Lorenzo Luévano Salas.
Evangelista.

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