La salvación que Dios ofrece tiene grandes bendiciones.

“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”

(Romanos 10:13)


La salvación del alma es una de las más grandes necesidades que el hombre tiene. Pero lamentablemente muy pocas personas están conscientes de ella. No son muchos los que saben que necesitan ser salvos.  Hasta podría decir, con toda certeza, que muy pocas personas saben que están condenadas, por lo que van camino al infierno, a una condenación, a un castigo que no será temporal, sino eterno.


Así que, ¿cuántos de los que me escuchan ahora mismo, están conscientes de esta necesidad que tienen? ¿Ha oído usted sobre la salvación que Dios ofrece? ¿Sabe en qué consiste? ¿Conoce usted el alcance y las condiciones que Dios ha determinado con respecto a esa salvación que ofrece al mundo entero? 


Si usted ya ha escuchado acerca de ella, pero no la ha recibido, hoy tiene nuevamente la oportunidad de escuchar y obedecer el evangelio de Cristo, para recibir la salvación que Dios ofrece.  Hoy usted tomará la decisión más importante de su vida. Y es la más importante, porque según lo que usted decida, entonces marcará el rumbo de su destino eterno.


La Biblia dice en Mateo 25:46, “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.  Como vemos, hay dos destinos eternos, el “castigo” y la “vida”.  Para tener el destino de la vida, y evitar así el castigo eterno, entonces necesitamos recibir la salvación que Dios ofrece.


Lamentablemente, por causa de sus pecados y su incredulidad, usted ya está en la vía de aquellas millones y millones de almas que se dirigen al infierno eterno.  En Juan 3:19, dice: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Como vemos, el problema de los que serán condenados, no es porque sea difícil el evangelio, sino por el amor que tienen por las tinieblas, ¿y por qué aman tanto las tinieblas? Por sus malas obras.


Pero hoy, por la gracia de Dios, usted tendrá la oportunidad de cambiar de rumbo, y tomar el camino que lleva a la vida eterna.


Quizás algunos otros de los que me están escuchando nunca han oído acerca de la salvación que Dios ofrece. O tal vez, han escuchado un evangelio pervertido. Un mensaje diferente y contrario al que Dios nos enseña en su palabra.  Pero hoy, por la misericordia de Dios, ustedes también tienen el honor y el gran privilegio de escuchar el evangelio de Cristo y conocer sobre la salvación que Dios les está ofreciendo. Y si de corazón llegan a obedecer la Palabra de salvación que hoy escucharán, entonces también gozarán la gran bendición de ser salvos, y gozar con Dios por la eternidad, lejos del lloro y el crujir de dientes que habrá en el infierno.


Entonces, los que por primera vez escucharán sobre la salvación que Dios ofrece, gozarán del mismo privilegio que aquellos que ya han oído, pero que por alguna razón equivocada, no lo han obedecido. 


Gracias a Dios porque ambos pueden gozar de una nueva oportunidad para salvar sus almas de la condenación eterna. No echen en saco roto esta oportunidad. No sean indiferentes a la Palabra de Dios, porque ustedes no estarán rechazando a un servidor, ni tampoco estarán ignorando palabras mías, sino que estarán rechazando a Dios y su voluntad trasmitida en su palabra, y expuesta ahora por un servidor. No hagan caso omiso, porque si no reciben la salvación que Dios ofrece, entonces se arrepentirán por la eternidad, a causa de haber rechazado la gracia de Dios.


¿Qué hay de aquellos que ya han recibido la salvación que Dios ofrece? Bueno, podrán hacer memoria de ese mensaje que llegó a sus corazones y que marcó un cambio radical y total en sus vidas. Ese mensaje no solo afectó positivamente su destino eterno, sino también la historia misma de su andar en este mundo. Por el evangelio algunos de ustedes están vivos, pues andando en el mundo, tal vez ya estarían muertos a causa de su propia maldad. Por el evangelio algunos de ustedes gozan de libertad, pues en el mundo tal vez estarían en prisión por haberse convertido en delincuentes. Por el evangelio algunos gozan de un buen matrimonio, pues en el mundo tal vez estarían viviendo en adulterio, o con sus hogares destruidos a casus del pecado, por algún vicio como el alcoholismo, la drogadicción o la neurosis que golpea y hace padecer terriblemente a tantos hogares en nuestros días. Por el evangelio algunos de ustedes se han librado de las consecuencias físicas y enfermizas del pecado. Si no es por el evangelio, tal vez algunos estarían pidiendo limosna en la calle, sin hogar, y sin juicio alguno. El evangelio les ha enseñado a vivir, y a vivir bien. A tomar buenas decisiones. A compartir con gente de corazón puro. A no andar en tinieblas o en cultos religiosos falsos.  Por el evangelio, incluso los momentos difíciles, han sido tiempos de fe, tiempos en que la mano de Dios ha obrado en nuestras vidas y familias. El evangelio nos ha enriquecido grandemente.


Todo esto me recuerda lo que escribió Moisés, allá en Deuteronomio 12:28, que dice: “Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre”.


¿Y cuántos no recuerdan las palabras del Salmo 1, versos 1 al 3? “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”


Pero si dejamos de lado las bendiciones físicas y materiales, entonces pensamos en las espirituales.  Pablo escribió en Romanos 5:1, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.  Antes de obedecer el evangelio, la culpa que había sobre nosotros a causa del pecado, resultaba en un fuerte conflicto entre nosotros y Dios. Sin embargo, ahora “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:34), gozamos de paz entre nosotros y Dios. La culpa se ha ido y la paz para con Dios es una realidad.


En 1 Corintios 6:9, 10, Pablo escribió, “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.”. Antes de ser cristianos, estábamos bajo el DOMINIO del pecado, y así, exentos del reino de Dios.  Sin embargo, gracias a la santificación, ya no estamos bajo el dominio del pecado, y así, tenemos acceso al reino de Dios. Note lo que dice el verso 11: “Y esto erais algunos…”, ¿lo ve? El dominio del pecado es ahora un asunto del pasado. ¿Y cómo fue eso posible? El texto dice, “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”. Por la santificación el dominio del pecado dejó de ser sobre nuestras vidas.


En Romanos 8:30, hablando del plan de redención que gozan los santos, como algo ya realizado, Pablo escribió, “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”.  Mis hermanos, por el pecado estábamos “destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), pero ahora que hemos recibido la salvación que Dios ofrece, él nos bendice con la “glorificación”.  Es por esta bendición que tenemos la esperanza de morar con el Señor por la eternidad. Pablo dijo al respecto, “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.


Gracias a la glorificación que el Señor ha prometido a los salvos, es que “esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.” (1 Corintios 15:53-54).


Entonces, la salvación que Dios ofrece, nos ha bendecido grandemente.  Somos libres de la culpa del pecado por la justificación. Somos libres del dominio del pecado por la santificación. Somos libres de las consecuencias del pecado por la glorificación. 


¿Nota usted todas las ricas y preciosas bendiciones que ahora gozamos y tenemos en Cristo? La salvación que Dios ofrece, está acompañada de todas estas bendiciones, por tanto, usted que no es cristiano, y usted que ya es cristiano, deben dar su respectivo valor e importancia a la salvación que Dios ofrece.


Amado hermano, ¿qué está haciendo con la salvación que Dios nos ofreció, y que ahora gozamos? En el libro de Hebreos, capítulo 2, verso 3, dice: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”  Por tanto, “es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.” (v. 1).  Nuestra obra como cristianos exhibe el valor y la importancia que la salvación tiene para nosotros.


Y usted, estimado amigo que no es cristiano, ¿Qué hará con la salvación que Dios ofrece? ¿La despreciará? ¿Hará caso omiso de ella? Dios dice, “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6:2).


Lorenzo Luévano Salas.

Siervo de Cristo.

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