La salvación que Dios ofrece es condicional.

“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”

Romanos 10:13


Que el amor de Dios y la paz de nuestro Señor Jesucristo sea con cada uno de ustedes, estimados hermanos y amigos.


Hoy estaremos abordando el tercer mensaje sobre “La salvación que Dios ofrece”, y le felicito por tomar la sabia decisión de acompañarnos para considerar la palabra de Dios con su servidor. 


En nuestro primer mensaje, indicamos la gran bendición que tienen al saber de la salvación que Dios ofrece. También advertimos de la gran responsabilidad que han adquirido al conocer de esa gran bendición.


Los que no son cristianos tienen la responsabilidad de aceptar o rechazar el amor que Dios ha mostrado por Cristo. Mientras que los cristianos tienen la responsabilidad de vivir como es digno del evangelio, y de llevarlo al mundo perdido.


En nuestro segundo mensaje, aprendimos que la salvación que Dios ofrece es universal, porque Dios no hace acepción de personas, porque el pecado es un problema universal, y porque el amor de Dios es universal. Nadie puede decir que la salvación no es para usted. Cristo murió en beneficio del mundo entero, y solamente resta que usted reciba la salvación que Dios le ofrece.


Ahora volvamos a las palabras de Pablo en Romanos 10:13, que dicen, porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.  


Cuando leemos estas palabras de Pablo, es necesario resaltar una frase importante, que es clave para una correcta aplicación del texto.


Vea el texto nuevamente.


¿Ya lo tiene?


Bueno, tomemos en cuenta la frase: “que invocare el nombre del Señor”.


¿Ya la tiene? “que invocare el nombre del Señor”.


Es muy importante no pasar por alto todas y cada una de estas palabras. Uno pudiera cometer el error de enfocar su atención solamente en las bendiciones de la salvación, o en la extensión de la salvación, siendo así ofrecida a toda criatura; sin embargo, también es importante notar las condiciones que el ofrecimiento de Dios incluye.


Cuando Pablo dice que la salvación es para “todo aquel que invocare el nombre del Señor”, está indicando que dicha salvación es condicional.


¿Qué queremos decir con eso de que la salvación es “condicional”? El adjetivo “condicional”, en la frase, “salvación condicional”, significa que el ofrecimiento que Dios hace de la salvación, incluye o conlleva condiciones o requisitos.


Esto es importante porque muchos a través de la historia han creído que la salvación que Dios ofrece es “incondicional”. Por ejemplo, entre los años 120 al 140 después de Cristo, vivió un célebre gnóstico llamado Basílides, el cual, enseñaba a sus discípulos que “hay una clase de almas que siempre son salvas, y nunca se pierden, y otras que siempre perecen, y nunca serán salvas”. Esta idea, desde luego, resulta en que la salvación es “incondicional”.


Hoy en día, diversas denominaciones creen y predican que la salvación es “incondicional”, porque, según ellos, de entre toda la humanidad, Dios ha elegido incondicionalmente a unos para la vida eterna. Sin embargo, la Biblia no enseña tal cosa.


La salvación que Dios ofrece es condicional, porque DEBEMOS RETENER CON CORAZÓN BUENO Y RECTO LA PALABRA DE DIOS Y DAR FRUTO: “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia (Lucas 8:15)


Como vemos, para gozar de la salvación que Dios ofrece, es necesario retener la palabra de Dios y dar fruto con perseverancia. Quien hace estas cosas, tiene un corazón bueno y recto delante de Dios.


La salvación que Dios ofrece es condicional, porque debemos recibir, perseverar y retener el evangelio de Cristo: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.” (1 Corintios 15:1-2)


Como vemos, es posible que haya personas que “creen en vano” en el evangelio, pero no creen en vano por no haber sido elegidos para la salvación, sino porque no quisieron perseverar, ni retener la palabra de Dios. Luego, no serán salvos.


A los hermanos en Tesalónica, también les dijo, “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” (2 Tesalonicenses 2:16).


Una vez más, vemos que es necesario “estar firmes” y “retener la doctrina” que aprendemos en la palabra de Dios. Si la salvación no es condicional, entonces estas exhortaciones carecen de sentido.


En Hebreos 3:6, dice: “pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”, y en el verso 14, agregó: “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”


En el capítulo 4, verso 14, leemos: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.”


En el verso 23, del capítulo 10, dice: Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.”


La salvación que Dios ofrece es condicional, y por eso aún el creyente necesita arrepentirse si ha caído en pecado.


En Apocalipsis  2:5, amonestando a la iglesia en Éfeso, Juan escribió, “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”


A la iglesia en Filadelfia, entregó una exhortación semejante, diciendo: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona (Apocalipsis 3:11)


¿Qué hay de aquellos que no son cristianos, pero que quieren ser salvos? El Señor ha indicado condiciones para que ellos reciban el perdón de sus pecados, y la salvación de su alma.


Si usted no es cristiano, y quiere recibir la salvación que Dios ofrece, usted necesita tener fe en Dios.


Dice Hebreos 11:6, que sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”


En Efesios 2:8, el apóstol Pablo declaró que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”  Si usted no tiene fe, entonces no tiene el medio necesario para gozar de la salvación que Dios ofrece.


En Romanos 5:1, dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Para ser justificados, para gozar de esa paz con Dios que se hizo posible por el sacrificio de Cristo, es necesario tener fe. Si usted no tiene fe, entonces no hay justificación, no hay paz entre usted y Dios, y el sacrificio de Cristo no tiene ningún beneficio para usted.


Pero además de tener fe en Dios, USTED TAMBIÉN NECESITA ARREPENTIRSE DE SUS PECADOS.


Mire lo que dice Hechos 17:30, 31: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”


Mis estimados amigos, el arrepentimiento no es una opción. El arrepentimiento es un mandamiento, y si usted quiere ser salvos, usted no tiene otra opción que arrepentirse de sus pecados. 


El día del juicio llegará, y la manera de estar preparados para ese día, es por medio del arrepentimiento.


Si usted no se arrepiente, entonces no estará listo para enfrentar el juicio de Dios, y así, será condenado por causa de sus pecados.


Ahora tal vez usted se pregunte, ¿Qué es el arrepentimiento?


En la Biblia tenemos una ilustración que nos explica lo que es el arrepentimiento. Dice Mateo 21:28-29: “Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. 29Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.”


¿Leyó con atención? El arrepentimiento es dejar de hacer nuestra voluntad, para hacer la voluntad de Dios.


El joven de la historia no quería hacer lo que el padre le estaba mandando hacer. Y cuando se arrepintió, entonces hizo lo que el padre quería. Dejó de hacer su voluntad para hacer la voluntad de su padre.


Si usted quiere ser salvo, necesita arrepentirse, es decir, necesita dejar de hacer lo que usted quiera, y de ahora en adelante hacer la voluntad de Dios.


Si usted no es cristiano, y quiere recibir la salvación que Dios ofrece, USTED NECESITA CONFESAR CON SU BOCA, QUE CREE DE CORAZÓN EN JESÚS COMO EL HIJO DE DIOS.


En Mateo 10:32, Jesús dijo, 32A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”


En Romanos 10:7 al 10, leemos: “…8Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación…”


¿Será eso suficiente? Hay grupos religiosos que enseñan que para ser salvos, basta con creer o arrepentirse y es todo. Otros dicen que hay que recibir a Cristo en el corazón.  ¿Qué dice la Biblia?


Bueno, tomemos como ejemplo el caso de Saulo de Tarso. En Hechos 22:6-8, dice: “…6Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”. En estas palabras bíblicas, vemos claramente varias cosas que experimentó Saulo de Tarso.


Número 1: Le apareció Cristo. ¡Fue una aparición genuina! No soñó, no se imaginó nada, sino que de verdad apareció Cristo.


Número 2: Oyó las palabras del Señor. Jesús le habló por su propio nombre, y se identificó con él.


Número 3: Reconoció a Jesús como “Señor”.


Ahora, sin perder este texto bíblico, le pido por favor que leamos Hechos 9:6, donde se nos proporciona más información de lo sucedido. El texto dice que “temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?”


Entonces, en cuarto lugar, Saulo, además de reconocer a Cristo como “Señor”, y además de tener “temor” de él, se arrepintió.


Saulo mostró que estaba arrepentido, cuando preguntó: “¿qué quieres que yo haga?  ¡Estaba dejando su voluntad de lado para hacer la voluntad del Señor!


Saulo ya no iba a ser su voluntad, estaba arrepentido. De ahora en adelante iba a hacer la voluntad del Señor.


Entonces, Saulo, “oyó la palabra del Señor”, “creyó”, “tuvo temor”, “reconoció a Cristo como Señor” y se arrepintió de sus pecados… sin embargo, todavía sus pecados no habían sido perdonados.


Cuando una persona cree en Cristo como el Hijo de Dios, se arrepiente de sus pecados, y confiesa su fe en Cristo como el Señor, como el Hijo de Dios, todavía necesita ser “bautizado para el perdón de sus pecados”.


Note lo que dice Hechos 22:16, “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”.  Pablo tenía que ser bautizado, para que sus pecados fueran lavados. Ahora, ¿ya notó lo que dice al final del versículo? “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, INVOCANDO SU NOMBRE


¿Recuerda lo que dice Romanos 10:13? – porque todo aquel QUE INVOCARE EL NOMBRE DEL SEÑOR, SERÁ SALVO


Entonces, para “invocar el hombre del Señor”, y así ser salvos, usted necesita:


1. Creer de todo corazón que Jesucristo es el Hijo de Dios.


2. Arrepentirse de sus pecados.


3. Confesar con su boca que Jesús es el Señor, el Hijo de Dios.


4. Ser bautizado para el perdón de sus pecados.


Si usted hace estas cosas, usted estará “invocando el nombre del Señor”, usted estará rogando al Señor que lo salve.


¿Habrá alguien que quiera invocar el nombre del Señor? Es decir, que quiera ser bautizado para el perdón de sus pecados, y recibir la salvación que Dios ofrece. Este es el momento para que lo haga.


Pongo delante de usted el camino de la vida y el camino de la muerte, ¿cuál tomará usted hoy? Le rogamos en el nombre de Dios, que se reconcilie con él. No tiene por qué quedarse muerto en sus pecados. Es mejor ser perdonado, recibiendo la salvación que Dios ofrece.


Lorenzo Luévano Salas.

Siervo de Cristo.

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