Hagamos la voluntad de Dios (# 7)

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”

(Mateo 7:21)


Introducción.


Estimados hermanos y amigos, cuando leemos las palabras del Señor que dicen, “no todo”, debemos quitar toda esperanza falsa con respecto a nuestra salvación.  Jesús dijo, “no todo”, implicando que no todo hombre será salvo.  No todos entrarán al reino de los cielos.  ¿Por qué? Porque no todos quieren hacer la voluntad de Dios. Para hacer la voluntad de Dios, es necesario obedecer, aun cuando dicha obediencia implique sacrificios o pérdidas.


HAGAMOS LA VOLUNTAD DE DIOS, ENTRNADO POR LA PUERTA ESTRECHA (Mateo 7:13-14)


Jesús mandó entrar por esa puerta, él dijo, “ENTRAD por la puerta estrecha” (v. 13a).  Si usted cree que puede ser salvo sin entrar por esa puerta, usted está equivocado. Muchos creen que al final de los tiempos Dios salvará a todos. Creen que un Dios de amor no condenará a nadie.  Pero si piensan de esa manera, es porque no conocen a Dios.


¿Alguna vez ha leído la historia de Noé? En Génesis 7:1, Dios le dijo, “ENTRA tú y toda tu casa en el arca”.  Y tanto Noé, junto con su familia, entró en el arca y se salvaron.  El resto de las personas fueron indiferentes.  Jesús dice que “en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos” (Mateo 24:38-39).  ¿Qué fue de los que no entraron? Ellos fueron indiferentes a la voluntad de Dios, vino el diluvio y se los llevó a todos.  Se llenaron de temor, lloraron, gimieron, invocaron a Dios pero la puerta del arca no se abrió.  Usted no puede vivir de manera indiferente a la voluntad de Dios, creyendo que finalmente Dios salvará a todos, porque no lo hará.  ¡Usted necesita entrar por la puerta estrecha! O entra por la puerta estrecha, o se queda afuera del reino de los cielos.


¿Por qué no quieren entrar? Porque es “estrecha”.  Las dimensiones de esta puerta no son populares. No agradan, no gustan.  Son pocos los que entran por ella. Sin embargo, Dios no hará un poquito más amplia la puerta para que usted entre. No es la voluntad de Dios la que tiene que moldearse a usted, sino usted a la voluntad de Dios. Usted puede expresar su disgusto por la estreches de la voluntad de Dios apelando a su cultura, al mal trabajo de sus padres, a su salud, a sus necesidades, y aun así la puerta seguirá teniendo las mismas dimensiones. La voluntad de Dios no cambia para que usted no cambie. ¡Usted tiene que cambiar! Usted ha sido engañado por la filosofía del mundo que le ha dicho que no puede cambiar, pero es mentira. Tan cierto es que usted puede y debe cambiar de vida, que la voluntad de Dios sigue siendo estrecha. Usted no tiene opción, o cambia, o se queda fuera del reino de los cielos.


La puerta es estrecha, y estas dimensiones hacen imposible entrar si venimos cargados. Es estrecha y hay que dejar afuera lo que hay en nuestro corazón.  Hay que dejar el enojo, hay que dejar la ira, hay que dejar el rencor, hay que dejar el cigarrillo, hay que dejar el alcohol, hay que dejar el adulterio, hay que dejar la fornicación y la lascivia, hay que dejar los celos y la envidia, hay que dejar el pecado. Es estrecha y no cabemos junto con nuestro pecado.  Solo podemos entrar nosotros, pero no el pecado con nosotros. El pecado es una carga que no vino con nosotros, ni tampoco puede seguir con nosotros para entrar en el reino de los cielos. ¿Acaso fuimos creados por Dios con todo y pecado? Claro que no. El pecado no vino con nosotros el día que fuimos creados. ¿Acaso el pecado es algo que viene con nosotros al nacer? ¡Tampoco! La Biblia dice que “el hijo no llevará el pecado del padre” (Ezequiel 18:20). Entonces, el pecado no es parte de nuestra naturaleza humana. El pecado es una equivocación, el pecado es una mala decisión, el pecado es un error, es un vicio placentero pero mortal, y como es mortal, y ajeno a la naturaleza de Dios, entonces no puede seguir con nosotros en el reino de los cielos. No puede seguir en nosotros porque es injusto. No puede seguir con nosotros porque es malo. No puede seguir con nosotros porque es oscuro. No puede seguir con nosotros porque se opone a la voluntad de Dios. La puerta es estrecha, y solamente cabe usted, pero no usted con su pecado.


La puerta es estrecha, y así, implica una vida diferente a la vida que lleva el mundo.  Hay tantas iglesias, y tantas personas con la idea de que ser cristiano no es tan diferente a no ser cristiano, que prácticamente no se ven diferencias entre ellos y el mundo. Se visten igual que se viste el mundo. Hablan como habla el mundo. Viven como vive el mundo. Sus proyectos de vida son más importantes que la voluntad de Dios, exactamente como el mundo. El mundo tiene sus prioridades, y estas son superiores en importancia al reino de Dios, y muchos cristianos comparten ese mismo sistema de valores y prioridades.


Sin embargo, Jesús marca la diferencia: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14). ¿Leyó con atención? Hay dos puertas, pero con dimensiones diferentes, una es estrecha y la otra es ancha. Hay dos caminos, uno es espacioso y el otro es angosto. Hay dos destinos, uno es la perdición y el otro es la vida. ¿No hay diferencia? Si hay dos puertas, dos caminos y dos destinos, ¡entonces hay diferencia! Usted no puede vivir como vive el mundo, ni pensar igual como piensa el mundo, si quiere entrar por la puerta estrecha. El mundo entra por una puerta y el cristiano por otra. El mundo va por un camino y el cristiano por otro. El mundo se dirige a un destino y el cristiano a otro, ¿Cómo entonces van a tener vidas semejantes? Por eso muchos no quieren entrar por la puerta estrecha, porque quieren seguir viviendo igual toda su vida.


Ahora bien, quiero que note otra cosa importante. La puerta es estrecha, y el camino es angosto, ¿verdad? Bien, entonces, el cambio y la vida son diferentes desde el comienzo y continúa así hasta llevar a la vida eterna. No, la puerta no es ancha y luego el camino se va haciendo angosto “poco a poco”, sino que desde el comienzo, desde la entrada, la puerta es estrecha y luego el camino es angosto. Muchos dicen que usted puede ser cristiano y seguir con su vida pecaminosa para ir dejándola poco a poco. Pero eso no dice aquí, ¿verdad? ¿Cómo es que se puede dejar de ser adúltero poco a poco? ¿Cómo es que se puede dejar de ser fornicario poco a poco? ¿Cómo es que se puede dejar de ser borracho poco a poco? ¿Cómo es que se puede dejar de ser idólatra poco a poco? No, usted tiene que dejar el pecado ahora mismo. Hoy mismo si usted quiere entrar en el reino de los cielos, usted tiene que romper con el pecado, esa es la voluntad de Dios.


CONCLUSIÓN. 


¿Cuántos harán la voluntad de Dios? Si usted quiere entrar en el reino de los cielos, usted necesita hacer la voluntad de Dios.


¿Le parece difícil? Bueno, ¿Qué cosas son fáciles en este mundo? Entonces, ¡hagamos la voluntad de Dios! Aunque tenga que perder amigos, amantes, esposa (adulterio), trabajo, familia o la vida misma. Es mejor hacer la voluntad de Dios, y entrar en el reino de los cielos.


Lorenzo Luévano Salas.

Siervo de Cristo.

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