Verdades bíblicas que todo constructor de muros debe saber (Nehemías 4:1-23).


El contexto y los antecedentes del libro de Nehemías nos muestran que, la gente está en proceso de reconstrucción de los muros de la ciudad de Jerusalén. Sin duda fue un trabajo difícil y agotador para los involucrados, pero necesario para estar a salvo de los ataques de sus enemigos, y además, poder adorar a Dios como Su Ley les ordenaba. Mientras trabajaban para construir los muros, enfrentaron una oposición constante a su trabajo. Se cansaron y se desanimaron, pero nunca dejaron de trabajar. Finalmente, completaron la tarea y salieron victoriosos sobre sus atacantes.

En cierto sentido, usted y yo también somos constructores de muros. Estamos construyendo muros entre el mundo y las cosas de Dios. Construimos muros que separan nuestras vidas de la impiedad que nos rodea. Construimos muros diseñados para proteger a las personas y las cosas que amamos del ataque externo y la destrucción.

Como esto es cierto, ¿estaría de acuerdo también en que hay momentos en que nosotros también tendemos a desanimarnos? Hay momentos en que nos cansamos en la batalla para construir y ser todo lo que Dios quiere que seamos. Creo que hay algunas verdades contenidas en este pasaje que pueden ayudarnos a permanecer fuertes, fieles y activos en la lucha para construir los muros necesarios de la vida. Hay tres principios principales que se enseñan en este pasaje, siendo así parte de las verdades bíblicas que todo constructor de muros debe saber.

LOS PROBLEMAS SIEMPRE NOS ENCUENTRAN.
Esa es una verdad que conocemos muy bien. Parece que los problemas nos acechan a medida que transitamos este mundo. Por supuesto, en ningún lugar esto es más cierto que en nuestro trabajo para el Señor. Si realmente estamos sirviendo al Señor con fervor y dedicación, podemos estar seguros de que surgirán problemas (cfr. 2 Timoteo 3:12).

Los problemas vienen de fuera, en forma de burla (v. 1-3), en forma de intimidación (v. 7-8, 11). Lo que no conocen al Señor, son a menudo los primeros en atacar las vidas de quienes vivimos al servicio del Señor. Esto, desde luego, es comprensible, dado que ellos no comprenden lo que estamos haciendo, ni tampoco tienen el mismo pensar con respecto a lo que representa una vida justa, creyendo que puede ser alcanzada sin Dios. No debemos, pues, sorprendernos cuando los ataques vienen de fuera (cfr. Juan 15:18-20).

Los problemas también vienen de adentro, en forma de engaño (v. 10).  Es interesante que sean personas de la tribu de Judá quienes fueran las primeras en quejarse del trabajo, y la razón es evidente, cuando leemos Nehemías 6:17-18. ¡Estaban durmiendo con el enemigo! Los problemas también se presentan en forma de desanimo (v. 12). Estas personas eran las que habitaban al lado del enemigo. Las que viven cerca y como los malvados, siempre están entre las que tratan de desestimar el trabajo y desalentar a los trabajadores de Dios.

Raramente nos sorprenden nos sorprende cuando surgen problemas externos, pero cuando surgen dentro, entonces quedamos devastados. Si toma la forma del engaño, como cuando alguien vive ocultando un pecado, o en la forma del desaliento, cuando alguien cuestiona los motivos y las metas de la iglesia, duele profundamente y puede hacer que nos desviemos del curso. Aún así, no deberíamos sorprendernos; Jesús tenía personas en su entorno que estaban listas para desalentarlo en cualquier momento (cfr. Mateo 16:21-23; Juan 11:16). Así que, no lo olvide, los problemas siempre se presentarán.

LA MEJOR DEFENSA ES UN BUEN ATAQUE.
Cuando surgieron los problemas, Nehemías se puso a la ofensiva. Tomó el asunto en sus propias manos e ideó una gran estrategia para la batalla. ¡Alentó cinco actitudes que deben implementarse en las iglesias hoy!

Primero, la oración (v. 4-5). La oración es un elemento vital para la vida del cristiano, y muy especialmente ante las batallas que enfrentamos. Cuando los problemas hagan acto de presencia, entonces debemos responder con la oración (cfr. Filipenses 4:6; 1 Pedro 4:7; 1 Tesalonicenses 5:17; Colosenses 4:2; Lucas 18:1; Mateo 7:7-8; Santiago 4:2).

En segundo lugar, hay que estar alertas (v. 9). La oración siempre debe ir acompañada de la vigilancia (cfr. Jueces 7:1-7). No, no estoy promoviendo que se busque un enemigo en cada arbusto; más bien, estoy abogando, y quiero estar siempre alerta contra las tácticas del enemigo. Los enemigos de la fe son engañosos y escurridizos (cfr. Génesis 3:1; 2 Pedro 5:8). No debemos ignorar sus maquinaciones (2 Corintios 11:14). Pablo nos exhortó enfrentar y a estar “firmes contra todas las estrategias del diablo” (Efesios 6:11 - NTV). Jesús ordenó a sus discípulos, diciendo, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41). Que no nos pase lo que a, Bobby Leach, quien fuera un especialista escalador, y quien sobreviviera a un viaje por las cataratas del Niagara en 1910. El hombre murió al golpearse la cabeza, ¡justo cuando resbaló al pisar una cáscara de naranja!

En tercer lugar, hay que estar preparados (v. 16-20). Estas personas debían estar tan preparadas para la guerra como para el trabajo. Debían estar listos para cualquiera en cualquier momento. Mientras vivimos nuestras vidas, debemos estar listos para trabajar para Jesús y luchar por Él al mismo tiempo. Esto requiere vestirse con la “toda la armadura de Dios” (Efesios 6:10-18). El énfasis está en “toda”. Dios quiere que usemos toda la armadura todo el tiempo, para estar listos y defendernos cuando los problemas nos encuentren. Desgraciadamente, son muchos los que no están dispuestos a usar “toda” la armadura de Dios “todo” el tiempo. ¿Lo está usted?

En cuarto lugar, debemos mantener la unidad (v. 19-23). Estaban separados a lo largo del muro y Nehemías sabía que la distancia entre su gente era algo negativo. Lamentablemente, muchos están “lejos unos de otros” en la iglesia. La estrategia del Señor es que la congregación debe mantener la unidad (cfr. 1 Corintios 1:10; Filipenses 1:27; Efesios 4:3). Estar unidos exige que estemos en sintonía con la misma persona. Cuando todos estemos en sintonía con Jesús, habrá armonía en la iglesia. Debemos sujetarnos al director de la orquesta, para que haya armonía.

En quinto lugar, debemos ser determinados (v. 6, 23). Estas eran personas decididas a hacer el trabajo para Dios. No podían ser desviados por ataques externos o internos. Eran personas que tuvieron “ánimo para trabajar”. Cuando surgen problemas en el proceso de la construcción del muro, debe haber una determinación que sea mayor que la oposición. Un corazón decidido a hacer la voluntad del Señor, independientemente de la situación en cuestión, siempre obtendrá la victoria. El secreto radica en aquello que captura nuestra atención. Elías se desanimó cuando “vio” lo que Jezabel estaba haciendo (1 Reyes 19:3). Pedro se desanimó cuando “vio” la tormenta (Mateo 14:30). Si podemos mantener nuestros ojos fuera de la tormenta, puestos los ojos en Jesús (Hebreos 12:1-2), no pasará mucho tiempo cuando obtengamos la victoria sobre nuestras luchas. Creo que debemos estar más dedicados a triunfar que a fracasar, y para eso, debemos ser decididos, determinados. Recuerde, la mejor defensa es una buena ofensiva.

HAY COSAS POR LAS QUE VALE LA PENA LUCHAR.
Esta historia nos muestra que había mucho en juego para estas personas. Peleaban por más que sus vidas y, ¿sabe qué? ¡Nosotros también!

Vale la pena luchar por nuestra fe (v. 2, 14). Sus enemigos no querían que se sacrificaran al Señor. No querían que se dedicaran a su adoración. Amigos, hay muchos a nuestro alrededor a quienes no les gusta la “forma de antaño”. Se oponen a la predicación, a la adoración honesta, abierta y vibrante de un Señor vivo. ¡Digo que vale la pena luchar por lo que tenemos! Dios todavía está buscando a aquellos que lo adoren en “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Él quiere que estemos listos para luchar por nuestro derecho a adorarlo a Su manera (Judas 3-4). Si antes hemos permitido al enemigo silenciar nuestra alabanza, vaciar nuestros altares y extinguir nuestro testimonio, necesitamos luchar por lo que nos queda (cfr. Apocalipsis 3:2); y tenemos que recuperar lo que hemos perdido (cfr. Apocalipsis 2:4-5).

Vale la pena luchar por nuestras familias (v. 14). Nehemías les recordó que también estaban luchando por sus familias. Si no tomaran una posición, entonces ellos y sus familias perecerían a manos del enemigo. Mis amados, nuestras familias están en problemas cada día. Necesitamos luchar por la buena batalla de la fe por ellos, cercarlos con oración, sumergirlos en la palabra y luchar contra los dientes y las uñas enemigas para protegerlos si es necesario. Por supuesto, le recordaría que su familia es más grande que solo aquellos que comparten su nombre o línea de sangre. Si eres salvo, entonces todas las demás personas salvadas también son tu familia. Algunos están bajo ataque ahora mismo, y es nuestro deber llegar a ellos en el amor de Cristo y ayudarlos con su batalla (cfr. Gálatas 6:2). No debemos atacar a nuestros heridos, pero debemos amarlos y restaurarlos humildemente a su lugar en la batalla (cfr. Gálatas 6:1). Lamentablemente, ¡muchos de nosotros estamos listos para descartar a las personas por un solo fracaso! ¡Ese no es el camino de la unidad y ciertamente no es el camino de Cristo!

Vale la pena luchar por nuestro futuro (v. 14). Nehemías sabía que, si ahora cedían al enemigo, la batalla habrá terminado para siempre. Nunca volverían a ser vida en Jerusalén. No habría templo o adoración a Dios en esa ciudad. ¡Nehemías sabía que era el momento de pararse! ¡Hemos girado nuestras cabezas durante demasiado tiempo mientras el enemigo ha devastado la iglesia! Durante demasiado tiempo, los santos han permitido que el enemigo atormente a nuestros hijos; traumatice nuestros hogares, aterrorice nuestros corazones y abarate nuestra adoración. Si alguna vez esperamos rescatar algo para la gloria de Dios, ¡debemos defendernos hoy! ¡Mañana será muy tarde! Debemos determinar que vamos a defender a Dios y que no permitiremos ser derrotados por los problemas, por las pruebas de la vida, por los ataques del enemigo y los temores que todos sentimos de vez en cuando. No toleraremos que destruyan, ni a nosotros, ni a la obra de Dios que se nos ha confiado. ¡Le llamo ahora mismo para defender a Jesús y el futuro que Él quiere que tengamos!

Conclusión. Dios quiere que estemos ocupados en la construcción de muros. Me pregunto qué podría hacer el Señor con nosotros si todos determinamos que seremos todo lo que Él nos ha llamado a ser. ¿Qué podría hacer si la congregación tomara una posición firme por las cosas de Dios y se negara a retroceder? ¿Qué podría hacer Él si determinamos revivir y proteger la adoración tradicional? ¿Qué podría hacer Él si fuéramos completamente suyos? Él tomó un par de discípulos y puso el mundo al revés. ¿Qué puede hacer con nosotros? ¡Las posibilidades solo están limitadas por lo que estamos decididos a hacer y permitirle que haga en nuestras vidas!

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