¿Hay beneficios en la oración?
Siempre que vamos a realizar alguna acción, o algún proyecto, siempre pensamos en los beneficios que vamos a obtener. Sea que iniciemos un negocio, sea que cambiemos de empleo, sea que tomemos la decisión de estudiar alguna carrera, siempre pensamos en los beneficios que vamos a obtener. Las personas que están casadas, no repararán en mencionar todas las bondades que tiene el cónyuge con el que han decidido vivir hasta la muerte. Indicarán que esas bondades y habilidades, han sido de mucha bendición. En pocas palabras, todo lo que hacemos, o con todo aquello que nos comprometemos, representa un beneficio para nosotros.
¿Hay beneficios en la oración? Esta es una pregunta muy importante. Es verdad que puede sonar egoísta o interesada, pero es una pregunta válida. Es tan válida, que quizás esa sea la razón por la cual no muchos cristianos oran. Las reuniones de oración en las iglesias son escasas. Las pocas iglesias que tienen una reunión de oración, por lo regular asisten unos pocos que, al tiempo, terminan desanimados abandonando tales reuniones. Tal vez algunos de los que no asisten a tales reuniones, nos digan que oran en sus casas. Pero, ¿Cuánto de eso es verdad? El fondo no es la incredulidad, ni tampoco la perversión. Muchas veces la oración se descuida, porque parece una actividad en la cual no hay beneficios. Parece un ejercicio espiritual que no tiene resultados. Sin embargo, la Biblia nos tiene buenas noticias al respecto. La oración tiene muchos beneficios para el cristiano.
Muchos sicólogos ven en la oración una buena práctica que consideran como una terapia. Sin embargo, la oración es más que eso, y tiene propósitos muchos más importantes y nobles que una buena condición emocional. La Biblia dice que, al orar conforme a la voluntad de Dios, él nos escucha, y de hecho, nos anima a buscarlo en oración. La Escritura dice, “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” (Santiago 4:4). Entonces, ¿Qué beneficios hay en la oración?
El primer beneficio que hay en la
oración, es que proporciona “tranquilidad”.
Los muchos problemas que vienen a
nuestra vida, así como los diversos desafíos, conflictos laborales, conflictos
en el hogar, conflictos en el trabajo, y toda clase de eventos que golpean
nuestra vida, producen en nosotros mucha “ansiedad”. Dado que todos esos problemas y conflictos
son el pan diario, es razonable la exhortación de Pablo que dice, “Orad
sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Los diversos problemas de la vida no cesan, nunca se detienen. Los
momentos de paz son muy escasos, y los días buenos siempre se ven opacados por
algún evento amargo, sea por un error que hayamos cometido, o sea por las
personas que nos rodean. Incluso los accidentes mismos son fuente de
inestabilidad emocional. Cada día y a
cada momento no pueden faltar los problemas. Luego, “Orad sin cesar”. Una vez que el problema se haya presente,
entonces respondamos con oración. De nada sirve que entremos en pánico,
llenando nuestra mente con una variedad de interrogantes que por lo regular no
hacen otra cosa sino producir ansiedad.
En lugar de eso, “orad sin cesar”.
El apóstol Pablo escribió en
Filipenses 4:6, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. ¿Hay
algo que está produciendo ansiedad en nuestra vida? Si es así, es porque no
hemos hecho caso al consejo divino. ¿Por
cuántas y cuáles cosas hay que estar preocupados? La Escritura dice, “Por
nada”. La manera de evitar la
preocupación, es la oración. Tenemos ese recurso infalible y bueno para que las
necesidades y preocupaciones no se lleven nuestra tranquilidad y salud. Dios ha
dicho, “no te preocupes”. Aunque la
preocupación es uno de los estados más comunes hoy en día, no lo debe ser para
el cristiano. Nuestro Dios nos está dando
la esperanza y el descanso que necesitamos. Nos está proveyendo la salida ante
la presión de cualquier necesidad y problema. No se afane por nada. Haga
conocer a Dios su necesidad, y siempre esté agradecido con él por su bondad y
providencia. Nuestro Dios no está lejos
de nosotros. No está ajeno a nuestro sentir. No está ausente a nuestra
realidad. No se ha quedado en el lugar de reunión de la iglesia, ni tampoco
está atento a nosotros solamente los domingos por la mañana. Nuestro Dios está atento a cada estado
emocional en que nos encontramos. ¿Algo
le afana? Dios lo sabe, y sabe cuánto daño puede hacerle la preocupación. No obstante, descanse, tenga paz y goce de la
seguridad que puede el cristiano encontrar en la sabiduría y cuidado de
Dios. Haga oración. Haga conocer su
necesidad a Dios, y sea agradecido. Si
hacemos caso a este consejo bíblico, el resultado garantizado será la paz que
nuestra alma necesita. Note el verso 7, “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús”. ¿Qué viene a nosotros?
¿Qué guarda nuestros corazones y pensamientos en esos momentos difíciles? La
paz de Dios. No la paz efímera y
temporal que proporcionan los bienes de este mundo, o la salud de nuestra carne
que va en dirección a la corrupción, sino “la paz de Dios”.
No hay razón para buscar
tranquilidad y escapar de la realidad con alcohol, o drogas, la paz de Dios es
mejor. No hay razón para dejarse vencer
por la depresión, es mejor la paz de Dios.
No hay razón para ir al sicólogo y nos recete pastillas para la ansiedad,
y para poder dormir tranquilos. La paz de Dios es mejor. Ni el alcohol, ni las drogas, ni la depresión,
ni los tranquilizantes son la solución los problemas. Es mejor la paz de Dios, y la paz de Dios, en
este contexto, se recibe por medio de la oración. ¡Qué grande beneficio! ¡Qué valiosa
bendición! ¿La quiere usted? Entonces, ahora tiene una razón muy grande para
buscar a Dios en oración. El salmista
escribió, “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre
caído al justo” (Salmo 55:22).
Deje de estar diciendo, “estoy muy preocupado”, “me preocupo mucho por
esto o aquello”, “Estoy tan ansioso por la enfermedad de mi madre”, etc., Eche
sus cargas a Jehová, y él lo sustentará.
La paz de Dios vendrá sobre su vida, si confía en él en la oración.
El segundo beneficio que
proporciona la oración, es la consolación de Dios
El estrés es uno de los males que
se ha puesto de moda en nuestro tiempo.
Por las carreteras vemos a las personas sumamente estresadas. Los
estudiantes viven estresados. Los inversionistas, las amas de casa, el estrés
es un mal muy común. Y es tan común, que hemos llegado a pensar que es algo normal. Pero, ¿sabe qué? No lo es. La angustia también es otro de los males muy
comunes. La falta de empleo, la
violencia y la inseguridad son males con los que también ya forman parte de
nuestra realidad. ¿Y qué decir si la
violencia, o la delincuencia golpean nuestras vidas? Nuestra estabilidad
emocional se ven sumamente afectadas, y hay personas que prácticamente se han
pedido la razón por causa de una tragedia semejante. No obstante, el cristiano tiene un medio de
protección. Pablo escribió, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4el
cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también
nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios
1:3, 4). No estamos solos mis
hermanos. El estrés, el miedo y las
tragedias hacen parecer que nuestra vida no tiene sentido, ni mucho menos
protección de nadie. Sin embargo, Tenemos un “Padre de misericordias y un Dios
de toda consolación”. ¡No estamos
solos! En Dios podemos encontrar la
misericordia y el consuelo que necesita nuestra alma en todo momento.
Ahora, ¿notó lo que dice el texto
bíblico al final? Cuando somos consolados por Dios, somos así capacitados por
él, para nosotros consolar a otros. Al
recibir esta bendición de Dios, nos convertimos en canales de bendición para
otros. No será nuestro consuelo el que
llegue a otros, sino el mismo consuelo de Dios a través de nosotros. Sin embargo, es necesario que experimentemos
el consuelo de Dios primero. Así que, mi
hermano, hay un gran beneficio en buscar a Dios en oración. Él nos consuela, y
nos capacita para llevar su consolación a otros que también la necesitan. Esto destruye esa sensación de soledad. Esto
nos acerca como hermanos en Cristo. Esto nos hace ver la familia que componemos
con el Señor. Hay grande beneficio
espiritual en la oración. Esta es otra
razón más para que usted le busque.
¿Qué hizo Jesús, precisamente
cuando estaba muy angustiado? La Biblia dice en Lucas 22:41, “Y
él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró”. ¿Hubo respuesta?
Sí, pues la Biblia dice en el verso 43, “Y se le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle”. Esta es una
evidencia de que Dios contesta la oración, y lo hace para fortalecernos en
momentos de angustia. Desde luego, no
espere ver un ángel al momento en que usted ora por estar angustiado, pero sin
duda alguna, Dios proveerá el medio que él considere para fortalecernos. Puede
ser una llamada. Puede ser la visita de un hermano en Cristo, o el mensaje
bíblico de un predicador. Pero sabe qué, Dios contestará. ¿No fue Dios quien
fortaleció a Nehemías? En Nehemías 6:9-16, leemos de los temores y
preocupaciones que había en el corazón de Nehemías, sin embargo, Cuando oró a
Dios diciendo, “fortalece tú mis manos” (v. 9), obtuvo la fuerza y el ánimo
necesarios para seguir adelante con su obra.
Hay grande beneficio espiritual en la oración. Esta es otra razón más para que usted le
busque.
El tercer beneficio que
proporciona la oración, es la sabiduría de Dios
En la vida tenemos que tomar muchas
decisiones importantes. Estas decisiones no solo afectarán nuestras vidas, sino
también las vidas de nuestro cónyuge, y también la vida de nuestros hijos. Nos
sentimos también preocupados o ansiosos porque no sabemos qué decisión tomar.
Qué camino seguir. Bueno, la Biblia dice, “Y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y
le será dada” (Santiago 1:5). La sabiduría que Dios nos proporciona,
nos ayudará a ser personas que toman buenas decisiones. Son personas que no
carecen de guía. Que no actúan egoístamente, sino conforme a la voluntad de
Dios. Su sabiduría es dada “abundamente
y sin reproche”. Qué confianza debemos de sentir los cristianos por ir a Dios y
pedir ayuda para las decisiones que hemos de tomar en la vida. En la vida he tenido que tomar muchas decisiones
importantes. Y siempre he dejado el asunto en las manos de Dios, y hasta el día
de hoy, toda buena decisión que he tomado, ha sido de mucha bendición. ¿Por
qué? No es por mi inteligencia. No es por mi perspicacia, sino por la sabiduría
de Dios.
Los varones de la iglesia, harán
bien siempre en pedir la sabiduría de Dios. Los predicadores, los ancianos y
diáconos, así como las hermanas que desean que su familia sea una familia
piadosa. Toda persona que ame a Dios, estará buscando en oración su sabiduría,
y más tarde que temprano, estará dando testimonio de cómo Dios le ha guiado por
haber buscado dirección en él por medio de la oración.
Hoy hemos visto tres beneficios
que podemos obtener al orar. 1.
Tranquilidad. 2. Consuelo. 3. Sabiduría. Y no son las únicas. La oración nos
ayuda en momentos de tentación. Jesús dijo, “Orad que no entréis en tentación”
(Lucas 22:40). Nos beneficia en el momento
de pedir perdón y restauración a Dios: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
Es un medio por el cual podemos auxiliar a nuestros hermanos: “Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Es un medio
de mucho ánimo y fortaleza, al saber que Dios atiende a nuestras palabras: “Y le
dijo Jehová (a Salomón): Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi
presencia” (1 Reyes 9:13).
¿Hay beneficios en la oración? La
Palabra de Dios nos ha mostrado que sí. Es tiempo pues de hacer como la iglesia
primitiva, quienes “perseveraban… en las oraciones” (Hechos 2:41).
Lorenzo Luévano Salas.
Servidor de Cristo.
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