¿Y TÚ NO PECAS?
Es común que cuando alguien es
amonestado por cosas malas que hace, responda diciendo: “¿Y tú no pecas? ¿Tú eres perfecto? ¿Acaso tú no te equivocas nunca?”.
Bueno, la Biblia responde esas preguntas:
Eclesiastés 7:20: “Ciertamente
no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”. 2
Crónicas 6:33, dice que “no hay hombre que no peque”. Salmos
143:2 – “no se justificará delante de ti ningún ser humano”. Proverbios
20:9 – “¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi
pecado?”
El apóstol Pablo declaró que “no
hay justo, ni aún uno” (Romanos 3:9-12), y reiteró diciendo que, “no
hay ni siquiera uno”. Entonces,
no es extraño descubrir que, incluso, grandes hombres de Dios pecaron. En Génesis 12:10-19 leemos de la mentira de
Abraham. En Génesis 9:20-21 de la embriaguez de Noé. En Números 20:11-12 de la
desobediencia de Moisés. En Marcos 14:66-72 de la negación de Pedro, y en Gálatas
5:11-13 de la hipocresía, tanto de Pedro, como de Bernabé.
Entonces, cuando preguntamos
al hermano que nos amonesta, ¿Y tú no pecas? Debemos saber que, a la luz de la
Biblia, “todos tropezamos de muchas maneras” (Santiago 3:2/LBLA; cfr. Versión
Hispanoamericana y Versión Moderna. Otras versiones no dan una traducción
literal, pero expresan bien la idea: "todos nosotros fallamos" - Versión
Ecuménica; "Todos cometemos muchos errores" - Versión Popular).
Cuando un hermano nos amonesta
y nos corrige, no lo está haciendo porque él no peca nunca. Considere el caso
de Pedro. Todos sabemos que él negó al Señor en tres ocasiones. ¿Peco al hacer esto? Sí. Sin embargo, en
Hechos 5:3, 4, leemos: “Y dijo Pedro:
Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu
Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba
a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón?
No has mentido a los hombres, sino a Dios.”. ¿Leyó con atención? El que había negado al
Señor tres veces, ahora está amonestando a Ananías por su pecado. Después, en Hechos 8:20-23, severamente amonestó
a Simón el mago.
“Entonces
Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios
se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu
corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete,
pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el
pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad
veo que estás.” (Hechos 8:20-23)
¿Por qué reprendió y amonestó
a Ananías y a Simón? ¿Fue porque Pedro no peca nunca? ¡Claro que no! El hecho
de que en el pasado haya cometido pecados, o a pesar de los errores que
cometerá en el futuro, eso no cambia la realidad de que sus amonestaciones y
reprensiones son del todo correctas y espirituales.
Lo está haciendo porque lo
necesitamos. La amonestación no representa un alarde de justicia, sino un acto
de amor y misericordia que es a nuestro favor. Es el intento de un rescate.
Judas 1:22-23 Y
tened misericordia de algunos que dudan; a otros, salvad, arrebatándolos del
fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa
contaminada por la carne.
¿Por qué preguntamos eso,
entonces? Es una reacción de orgullo. No queremos reconocer que hemos fallado. Esto de ocultar el pecado lo más
posible, es una reacción que la mayoría de los hombres hacemos. Y lo hacemos,
hasta que no seamos descubiertos.
Así lo hizo David, pues no confesó su pecado sino hasta que lo
visitó el profeta Samuel (Salmo 51:1, 17).
Acab ocultó su pecado contra Nabot (1 Reyes 21:19-20, 27). Dice la Biblia Hispanoamericana dice en el
verso 20: “Ajab dijo a Elías: — ¡Me has DESCUBIERTO, enemigo mío! Elías
respondió: — ¡Sí, te he descubierto! Puesto que has ofendido al Señor con tus
acciones”. Y el verso 27: “Cuando Ajab escuchó esas palabras, se rasgó
las vestiduras, se vistió de saco y ayunó; se acostaba con el saco y se
mostraba afligido”. Ocultó su
pecado, hasta que fue descubierto. Todos
tendemos a hacer eso. Ocultar nuestro
pecado hasta ser descubiertos. Y cuando
preguntamos, “¿Y tú no pecas?” Es
precisamente lo que queremos hacer. Queremos DISTRAER la atención, y pasar nuestra culpa al que nos amonesta.
Eso no es correcto hermanos. ¿Qué debemos hacer? Debemos confesar nuestro
pecado y comenzar con la restauración: “Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:8-9)
Ahora bien, SI ENTENDEMOS QUE “TODOS PECAMOS”,
ENTONCES, ¿NO DEBERÍAMOS DE TENER PACIENCIA Y MISERICORDIA CON OTROS? Porque cuando nos amonestan, indicamos que
todos pecamos, pero cuando alguien comete un pecado que nos afecta, entonces
queremos que toda la ira de Dios caiga sobre ellos. ¿Les parece justo ese proceder?
Cuando queremos que se pase
por alto nuestro pecado, y que el de los otros sea castigado, entonces somos
injustos. Estamos dispuestos a sacar la paja del ojo de otro, y no queremos
sacar la viga del nuestro (Mateo 7:1-5).
Si queremos recibir perdón, paciencia y misericordia por el pecado
nuestro, entonces tenemos que ofrecer lo mismo al pecado de los demás. En otras
palabras, “el perdón produce perdón”. Mire lo que dice Cristo en Mateo
6:14-16: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus
ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-16)
Entonces, en caso
contrario, “si no perdonamos, tampoco seremos perdonados”. ¿Quiere usted ser
perdonado? ¡Necesita perdonar cuando el pecador se ha arrepentido!
Dado que todos pecamos,
entonces debemos tener cuidado de exaltar
a los hombres como si fuesen perfectos.
Si pensamos eso de los hombres, estamos pretendiendo que hay seres
humanos infalibles, cuando no los hay. Sólo Jesús fue "sin pecado" (1
Peter 2:22; 2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15).
Podemos seguir a los hombres solamente cuando siguen a Cristo (1
Corintios 11:1). Pero en tanto se aparten del Señor y sus caminos, y así
quieran continuar, entonces debemos apartarnos de ellos inmediatamente (cfr. Romanos
16:17).
Seguir ciegamente a los hombres
tiene consecuencias trágicas. En el evangelio de Mateo 15:14, dice: “si el ciego guiare al ciego, ambos caerán
en el hoyo.” Muchos que han seguido a los hombres, creyendo que son
infalibles, han pagado con sus propias vidas por cometer ese error.
¿Tú no pecas? Sí, todos
pecamos, por tanto, debemos confiar en Jesucristo para nuestra salvación. Recuerde
que somos salvos, no por nuestras obras, sino por la gracia de Dios (Romanos
3:23-24; 5:8-11; 7:24-25).
¿Tú no pecas? Sí, por tanto,
estemos vigilantes (1 Corintios 9:27; Filipenses 2:12; 1 Corintios 11:20). Y si pecamos, no olvidemos que: “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)
Conclusión
¿Y tú no pecas? Sí, todos
pecamos, pero el punto es: ¿Qué hacemos ante ello? ¡Esta es la cuestión! ¿Nos
quedamos en el pecado? O ¿Nos arrepentimos y confesamos nuestro pecado? Si un
hermano nos amonesta por nuestro pecado, no seamos rebeldes, ni maliciosos; nos
conviene mejor aceptar la reprensión y arrepentirnos de nuestro pecado,
mostrando el mismo amor por otros que sin duda veremos caer.
¿Qué hará, entonces, con su
pecado? ¿Se burlará de mí, con una variedad de cuestionamientos, poniendo en
tela de duda mi integridad? Usted puede hacer eso, pero eso no cambia la verdad
de que usted necesita arrepentirse.
Ahora se como contestar cuando se me pregunte y tu no pecas?,gracias hermano Luevano, el Señor le bendiga!
ResponderBorrar