Lo que nos falta en el evangelismo personal.

Existen muchos y variados métodos de evangelismo personal. Algunos de ellos son costosos y otros requieren de mucho esfuerzo y dedicación. No obstante, en la Biblia encontramos acciones que, de ser llevadas a cabo, bien pueden garantizar la obra de evangelismo con resultados muy positivos. Como verán, serán acciones sencillas que, no tienen grandes costos económicos, y que bien pueden llevarse a cabo a cualquier hora del día, y en cualquier lugar.

LA INVITACIÓN Y LA PERSUASIÓN.
Como lo hizo Cornelio, aquel hombre de Cesarea, centurión de la compañía llama la Italiana (Hechos 10:1). Este hombre estaba muy interesado en hacer la obra de Dios, de tal manera que era muy piadoso. Dios se manifestó a él, y le indicó que invitase al apóstol Pedro a su casa, para que de él aprendiera cómo hacer la voluntad de Dios. Una vez que Cornelio llevó a cabo todos los preparativos para que Pedro viniese a su casa a predicar el evangelio, nótese lo que hizo en el verso 24: “Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos”. ¿El resultado? Cornelio, con su familia, recibieron arrepentimiento para vida, pues todos fueron bautizados.

Cornelio tenía en muy alta estima su relación con Dios. Nosotros debemos tener en muy alta estima el evangelio. Cornelio hizo los arreglos necesarios para que la Palabra de Dios estuviese disponible. Nosotros debemos hacer tales arreglos, para que el evangelio esté disponible en nuestros hogares. Cornelio “convocó a parientes y amigos”. No se limitó a contar sobre su interés. No se limitó a pedir la opinión de los demás. Los “convocó”. Tuvo día y hora para que sus “parientes” y “amigos” estuviesen en su casa para escuchar la Palabra de Dios. ¿Puede usted “convocar” a sus “familiares” y “amigos” para los domingos a las 10 de la mañana? ¿Puede usted convocar a sus amigos y familiares, algún otro día, para que escuchen la Palabra de Dios? Esto nos hace falta: Interés, arreglos y convocatoria.  Usted como individuo puede organizar una comida en su casa, invitando a un hermano a presentar el evangelio a los invitados.

Otro ejemplo es Andrés, al llevar a Pedro con Jesús (Juan 1:40-42: “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas”. Andrés despierta el interés de Pedro: “Hemos hallado al Mesías”. Usted necesita despertar el interés de sus “familiares” y “amigos” por las cosas de Dios. Hay miles y miles de maneras en que usted puede despertar el interés de ellos. Andrés, habiendo despertado su interés, “le trajo a Jesús”. Usted, una vez que ha logrado despertar el interés de sus familiares y amigos por Cristo, debe “traerlos” a que escuchen su palabra. Ellos necesitan ser acompañados, guiados o asesorados para que tengan la confianza de venir y escuchar el evangelio. Quizá muchos de ellos necesitan ayuda para llegar. Tal vez son muy ancianos, o tal vez tienen alguna discapacidad. O tal vez viven lejos y se les dificulta llegar. ¿Puede usted traerlos, guiarlos y asesorarlos? Esto nos falta: Producir interés por Cristo, y “traerlos” literalmente a que escuchen su Palabra.

USAR EL EJEMPLO DE JESÚS PARA PERSUADIR A LAS PERSONAS, A TODAS LAS PERSONAS.
Tenemos el ejemplo de Jesús, cuando habló con la mujer samaritana (Juan 4:6 y siguientes) Jesús inició a dialogar con la mujer, en un momento que no era oportuno. Era la hora sexta, como las seis de la tarde. No era un horario oportuno. Él estaba “cansado del camino”, cualquier pudiera pensar que lo pudo haber hecho luego, que no era el tiempo oportuno. La mujer que se acerca al pozo, según el verso 7, es “samaritana”, ¿y sabe qué? Dice el verso 9, que “judíos y samaritanos no se tratan entre sí”. Cualquiera de nosotros, si fuéramos judíos, ni la hubiésemos saludado, ¿verdad? En nuestro mundo, en el que hay “clases sociales”, existen personas a las que ninguno que se diga ser decente, les dirige la palabra. Uno pudiera pensar que no era la persona adecuada. Y otra cosa más, dice el verso 7, que ella “Vino… a sacar agua”.  Era tarde, ella necesita llevar esta agua a casa para seguir con sus faenas. Definitivamente, acerquémonos a Jesús y disimuladamente digámosle, Señor, creo que no es oportuno, ni la hora correcta, ni la persona adecuada para que le compartas de tu palabra. ¿No suena insensata tal declaración? 

Esto nos falta: Compartir el evangelio a “toda hora”, nunca es muy temprano, ni muy tarde para hablar de Cristo e invitar a las personas a escuchar su palabra. Compartir el evangelio en “todo momento”, aún en nuestra hora de descanso, o mientras estamos en el hospital siendo atendidos, o mientras pedimos agua para beber. Compartir el evangelio a toda persona, aun a los que son de poca estima, o despreciados por la sociedad. Compartir el evangelio sin importar las circunstancias, aún mientras trabajamos, o estudiamos, o nos divertimos, o comemos, o en pocas palabras, aun cuando nosotros o las personas estemos ocupados.

¿Qué les diremos? ¡La verdad! Jesús convenció a la mujer samaritana sobre su necesidad de Dios. Esto nos falta – Convencer, con las Escrituras, que nuestro familiar, o nuestro amigo, tienen necesidad de Dios. Convencer que es cuestión de vida o muerte.

¿Qué nos está faltando en el evangelismo personal? Convocar, invitar y traer a las personas para que escuchen de Dios. Compartir la Palabra de Dios a toda hora, en todo momento, en todo lugar, y con toda persona: Comencemos con nuestros familiares y amigos. Comencemos ahora mismo.

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