Y conoceréis la verdad (2)

¿Cómo es que podemos llegar a conocer la verdad, sobre todo, como Cristo quiere que la conozcamos? Jesús nos enseña la manera de hacerlo. 

TENIENDO COMUNIÓN O RELACIÓN CON ELLA.
La palabra “conoceréis”, es traducción del griego “γνωσεσθε” (“gnoseste”), que significa notar, reconocer, saber, sentir, tener, entender, informar, llegar, cerciorar, comprender y conocer. No obstante, creo que en este texto, la palabra “conoceréis” va más allá de un simple “saber” y/o “aprender” la verdad, sino también “relacionarse” o “hacerse uno” con ella. Hay personas que “conocen” o que “saben” la verdad pero, ¿tienen comunión con ella? ¿Viven con ella? ¿La proclaman? ¿La respetan? ¿La aman? ¿Cuántos no hay en el mundo que conocen la verdad, pero no la viven? Tenemos un ejemplo en Romanos 1:21, “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. ¿Cómo es que seguían tales “razonamientos” y así, tal conducta perversa, si habían conocido a Dios? En 2 Pedro 2:21, leemos: “Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.” Según el verso 2, este “camino de justicia” es “el camino de la verdad”.  Ellos habían conocido “el camino de la verdad” pero, aun así, volvieron atrás y dejaron de perseverar en ella. De hecho, el verso 20 dice que ellos, “por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo”, habían “escapado de las contaminaciones del mundo”. No obstante, a pesar de tener tal “conocimiento”, se enredaron otra vez en ellas. En Hebreos 10:26, dice, “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”. ¿Es posible “pecar voluntariamente”, a pesar de haber recibido el “conocimiento de la verdad”? Esta advertencia nos dice que es posible, y advierte fuertemente sobre ello. En Hebreos 6:4-6, dice, “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.”  Así pues, no basta con “saber” o tener “conocimiento” de la verdad, sino de comulgar o intimidar con ella. Es interesante que la palabra “conocimiento”, también se usa para indicar “relación sexual” entre esposos. Así se usa en Génesis 4:1, “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.” Así se usa en Números 31:17, “Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente.” Así se usa en 1 Reyes 1:4, “Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.” Así se usa en Mateo 1:25, “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.” La relación sexual implica unión, comunión, intimidad, amor, y es así como debemos “conocer la verdad”.

CONOCEMOS LA VERDAD PERMANECIENDO EN ELLA.
En el contexto de Juan 8:32, es decir, el verso 31, Jesús dijo, “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. Hay que “morar”, “vivir” o “continuar” en la Palabra del Señor y así conocer la verdad. Se “permanece” en la Palabra, viviéndola o practicándola.
A esto se refieren las exhortaciones bíblicas que nos invitan a “guardar” la Palabra del Señor. Quienes no guardar o practican la Palabra del Señor, son “insensatos”. Jesús dijo que “cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” (Mateo 7:26). La palabra del Señor se guarda, quitando todo aquello que impida nuestra obediencia a ella. Hay que abrir el corazón para que la Palabra lo penetre y dé fruto. No obstante, algunos son duros como el aquel camino que, cayendo la semilla sobre sí, no logra dar fruto: “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.” (Lucas 8:5)  Hay que arraigar la Palabra en nuestros corazones, estando plenamente convencidos con respecto a sus mandamientos y promesas. No obstante, a algunos les pasa lo que a la semilla que cayó entre las piedras, Jesús dijo, “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Lucas 8:13) Hay que evitar todo deseo contrario a Dios, y todo afán para que la palabra de Dios tenga efecto en nuestras vidas. “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14) Las innovaciones anti bíblicas hacen imposible que uno permanezca en la palabra del Señor. El apóstol Juan lo argumentó así, “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” (2 Juan 1:9). “se extravía” (más bien expresado, “pasa adelante”); “no persevera.” En estas dos frases se expresa el mismo acto. Los que pasan adelante, o progresan, en lugar de permanecer, con razón se describen como “progresistas.”. No se quedan en la doctrina de Cristo, sino que avanzan o van más allá de ella. ¿Llegarán a “conocer”, es decir, a “vivir”, a “comulgar” o a “intimidar” con la verdad, quienes no permanecen en la doctrina del Señor? Imposible. ¡No tienen a Dios!

CONOCEMOS LA VERDAD OBEDECIENDO EL EVANGELIO.
El evangelio de Cristo y la verdad son inseparables: “a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gálatas 2:5) Uno no puede tener el evangelio por un lado y la verdad por otro. No puede estar uno a la izquierda y el otro a la derecha. El evangelio dice la verdad, es verdad, y quien obedece el evangelio, debe estar seguro que ha obedecido la verdad, y así, conoce la verdad. El evangelio dice la verdad: “a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio” (Colosenses 1:5) Cuando usted cree el evangelio de Cristo, cree que Jesucristo es el Hijo de Dios, usted cree a la verdad, pero, ¿si no? Cuando usted se arrepiente de sus pecados, entonces usted obedece la verdad, pero, ¿si no? Cuando usted es bautizado para perdón de sus pecados, obedece la verdad, pero, ¿si no? ¿Obedecerá usted la verdad?

¿Conoce usted la verdad? ¿Tiene comunión con ella? Si no es así, entonces usted necesita obedecer el evangelio del Señor, y una vez que lo haya conocido, esforzarse día a día para perseverar en la verdad, en la Palabra del Señor.

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